martes, 17 de julio de 2012

VITO TINTO... DIGO VINO... MÁS DE LO MISMO?

VINO TINTO... Nuevo grupo de Rock formado por componentes de Sínkope y Mago de Oz y mis fotos

¡Qué cómo sobra la vía si no se tiene pá ná!
Se me hace que esta noche viene muy cerrà
Se me hace que esta noche va a ser muy oscura
Tu me preguntas por qué será
Será porque en tu bolso llevas a la luna
Me sigue gustando ir contigo a volar
Me siguen gustando tus travesuras
que me haga río y morir en tu mar
que sabes que me fío de tu locura
Y me cuelgo de tu voz, de tu risa, de la luz
que desprende tu mirá
Que yo contigo estoy pá tó
pá ser cruz en tu ataud
Pá tocarnos sin parar
Me gusta el sabor que me deja tu cuerpo
Me gusta el olor de tus ojos verdes
Me gusta enredarme en tu hermoso pelo
Me gusta, a diario, en mis manos tenerte
Y colgarme de tu voz, de tu risa, de la luz
que desprende tu mirá
Que yo contigo estoy pá tó
pá ser cruz en tu ataud
Pá tocarnos sin parar
Me sigue gustando ir contigo en tu escoba
y ver como te sales siempre con la tuya
Cuando expandes bulla al soltar tu aroma
para que todos coman y el buen rollo fluya
Y colgarme de tu voz, de tu risa, de la luz
que desprende tu mirá
Que yo contigo estoy pá tó
pá ser cruz en tu ataud
Pá tocarnos sin parar
Se me hace que esta noche viene muy cerrá
Se me hace que esta noche va a ser muy oscura
Tu me preguntas por qué será
¿Será porque en tu bolso llevas a la luna?
¡Humá!

Vito Íñiguez 

viernes, 13 de julio de 2012

PIENSO EN TI

EN LO OSCURO...

en lo oscuro
de la lluvia, mientras el atardecer
entra en su estuche me siento
a pensar en ti

la ciudad
sagrada que es tu rostro
tus mejillas pequeñas las calles
de las sonrisas

tus ojos
a medias ave
a medias ángel y tus soñolientos
labios donde flotan las flores del beso

y
hay esa dulce y tímida pirueta
tu pelo
y también

tu alma
de canción y danza. una estrella
única raramente amada
se pronuncia, y yo

pienso
en ti


 Edward Estlin Cummings
 (Versión de David Lagmanovich)

lunes, 9 de julio de 2012

A VECES ME HALLABA ENTRE LA PENUMBRA DE SU LUZ Y ELLA



Un coche a toda velocidad sólo es hermoso si te lleva donde hacerle el amor a la Victoria de Samotracia

Íbamos en vehículo, como las madreselvas
al llegar el verano. Parecía que fuese
a quedar solitaria la ciudad. Porque huíamos
millares de inocentes a encontrar un domingo
donde al fin no escondernos, en busca de la muerte
que se hallaba en el campo.
Tus piernas comprendían
por qué al verlas cantaban todas las autoescuelas
y también los semáforos. Pues eran el prodigio
que iba dando a las ruedas el lugar donde el tiempo
caminaba a ser joven. Y por ellas andaba
el camino y el sitio al que yo dirigía
mi insistencia y mi alma para llegar temprano
al calor de esa tarde.

Corrías como loca,
como desesperándote. La calle trasladaba
su sonido a tus ojos. Yo besaba tu cuello,
que, al igual que una espiga, volaba hasta esa frente
donde yo andaba oculto.

En la larga avenida
preguntaban quién era aquella luz con gafas
que llevaba el volante.
Y el aire nos cegaba
sin poder distraernos. Ya que tú conducías
apoyada en mis labios. Y al fondo había un paseo
al que correr sin riesgos que no fuesen la muerte
a que nos dirigíamos. Algo así como un cuerpo
del que fue deseado, como un monte no visto
que se fuese acercando a explicar cuántos iban
a morir aquel día.
Porque el auto iba ardiendo
de los dos. Y los pinos estaban situados
invisibles y adrede, para que nuestras vidas
dejaran contra ellos lo que nos desahuciaba.
O tal vez lo que entonces simuló desahuciarnos
para no confundirnos.
Que no era cosa alguna
sino la carretera, las urbanizaciones
por las que, rodeando, dimos vueltas a nada.
O a la fuente sin agua que bebió de nosotros
y compró en ti la lluvia.

Lo cierto es que esa tarde
íbamos a matarnos preguntándonos cómo
hallar el gran momento en el que consumirnos.
Si mejor en los pinos o en tu hoguera cercana,
junto a la gasolina. Porque al fondo había un muro
que tú, la conductora, ya habías colocado
sin saber que existía.
Por eso entendí era
el momento oportuno de intentar el suicidio.
Y pedí desnudarte. Y fui bajo tu blusa
descubriendo el verano.

Así que me di muerte
sin que me equivocara. Y me maté de pronto,
pero muy despacito. Meditando en que el golpe
fue mortal. Y tan grave que debe repetirse
si quieres resucite de este estado de muerto
del que vengo muriéndome.
Porque sé desde entonces
que he muerto en esas curvas que llevaban al parque.
Aunque estés indicándome con tus ojos de viernes
que no hay curvas ni parque, que es tan sólo tu cuerpo.
Y, en verdad, al mirarte, soy el canto glorioso
de los resucitados. Y, aun difunto, conozco
mi fortuna es tan grande que no cabe en tu auto
y al suicidio hace corto.

Por eso fui conforme
de morir tanto rato.
Así que me di muerte
sin que me lastimaras. Y elegí no matarte
para no morir mucho. Y poder otro día
pedirte que me mueras, pero aún más despacito.



Ángel García López



domingo, 1 de julio de 2012

Y NO HAY NADA PEOR QUE UN DEMASIADO TARDE

Tengo muy bajo el umbral del dolor 
siempre me lo han dicho. 
No soporto ver un buitre en espera 
que acabe de morir un niño hambriento. 
Ni soporto la mirada de una madre 
que ve llorar al hijo que se le muere en brazos. 
No me llegan las fuerzas 
para mirar al viejo tirado en las esquinas 
o al que pide en mi puerta 
sin mirarme a la cara. 
No tengo aguante para escuchar 
los discursos del poder de siempre 
ni los de te quiero entre cojines 
que llevan la navaja en el relleno. 
Tengo el umbral del dolor 
en el mismo punto 
en que tengo el de la vergüenza. 


Begoña Abad