viernes, 16 de marzo de 2012

Y... NADA MÁS, IRME Y NADA MÁS

LA TRAICIÓN 

Esa muerte que encierra tu lengua, 
resulta tentadora y (sorprendéntemente) primaria. 

Escondes en tus brazos el vértigo de la montaña rusa, 
la emoción de la jaula del barco pirata. 

Pero las ferias poco tienen que ver con los tonos fríos 
de tus miradas. 
Ellas me dicen: 
“Oh, timonel, déjate ir a la deriva, 
busca un camino secundario, 
olvídate de rutas establecidas”. 

Y yo no sé responder, 
yo soy la gaviota que quiere volver, 
que busca la seguridad de la costa. 
Mujer de sal, tú sabes 
que no soy tan valiente 
para enfrentarme a los rápidos de tu sonrisa, 
para abandonar las maletas en la consigna. 
Para romper la cadena que me une a la rutina. 
Para partir en busca de Las Indias. 

Vete pues, yo pagaré la copa y miraré 
el rojo carmín con el que la marcaste como tu territorio. 

Y desearé chuparla y hacer la mancha mía 
y pensaré en lo aburrida que desde que partiste 
se quedó mi cama, se quedó mi arrogancia. 


Enrique Cabezón (Kb)